jueves, 13 de agosto de 2015

Codicioso pensamiento


Hipótesis complejas rondan por tu mente, impulsadas quizá por la fuerza de aquella mirada. Esos ojos causan en ti una extrañeza inexplicable, algo impreciso, borroso. Es incómoda, pero reconfortante a la vez. Segundos, minutos, horas... Para ti el tiempo pasa rápido, aunque no más que lo que tardó tu alma en despedirse de tu imagen. Ella sigue allí, quieta, intimidante, con los ojos como dos lunas llenas, brillantes, grandes y tranquilos. Están clavados en los tuyos, asustados, descubiertos, desarmados, inocentes. Sabes que está a unos pocos metros de ti. "¡Vamos, que puedes cogerla!", piensas. Maldito crédulo... Es inalcanzable para tus manos, ya nunca podrás atraparla.
Poco a poco su silueta se borra, se hace cada vez más irreconocible, indefinida. Su rostro se confunde y lentamente desaparece. Sabes que se va, y cada vez más rápido, es cada vez más lejana. “Para”, te repites, “¡Para, ya basta!”. No lo puedes aceptar, no quieres, te niegas, y entonces empiezas a acercarte, pero, ¿qué pasa? Por más metros que recorras no te acercas ni un solo milímetro y gritas, gritas su nombre con todas tus fuerzas, corres, y ella cada vez se confunde más con el aire, es cada vez más abstracta, más imposible de conseguir. Una brecha se va haciendo sitio en tus entrañas, y a cada segundo que pasa aumenta. Duele, te invade por dentro, te arranca ilusiones. Y las lágrimas se abren paso, te empapan la cara, enrojecen tus ojos, caen. Te sientes mal, vacío, ¿verdad? Necesitas sentir esa inquietante mirada otra vez, la necesitas a cada instante, en tu rutina diaria. Ella ha pasado a ser un halo de luz que te ilumina. Y sigues corriendo, cada vez gritas más, te haces daño en la garganta, pero piensas que eso no importa, duele más la idea de no volver a sentir sus ojos en los tuyos. Arrepentimientos te golpean el corazón, y te lo mereces, estúpido, idiota, egoísta. ¡Has necesitado experimentar dolor para darte cuenta de lo mucho que influía en tu vida! Tu cuerpo te pide que pares, no puedes más, pero aún así sigues, sigues, sigues y sigues corriendo tras ella, hasta que caes violentamente contra el suelo y su luz te abandona, dejándote ahí, tirado y completamente a oscuras. Tiempo más tarde abres los ojos. Todo está tranquilo. Tu cuerpo se retuerce de dolor, pero a ti parece no importarte, se te olvida al ver sus pequeñas esferas encharcadas mirándote de nuevo. Menos mal, ¿verdad? Estás tumbado en su regazo, su mano te acaricia el pelo, te toca la cara y tú cierras los ojos. Cómo te gusta sentirla, olerla, abrazarla… Por un instante creíste que la ibas a perder, que jamás ibas a tocar otra vez sus manos, a sentir su presencia, a vivir a su vera. Pero qué pena que esa sensación sea una mera ilusión provocada por su ausencia. Velaste por las noches culpándote y arrepintiéndote, y azotándote con palabras llenas de odio. Si hubieras sabido cuidar de ella, ahora no estarías lamentándote por su pérdida. ¿Hubieras sabido portarte como tendrías que haberlo hecho? Ha sido por tu culpa.
Y esa es tu naturaleza, la tuya y la de todos, egoísmo. Esa es la palabra que nos define.

-------------------------------------------------------------------------

En este curso que ha pasado me pidieron que escribiera un relato sobre lo que quisiera, dejando que la inspiración viniera por donde tuviera que venir. Lo escribí pensando en el egoísmo que tenemos las personas, que viene de serie y es inevitable. Es como una versión extendida de la famosa frase de "No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes", pero como a mí me gusta, llevada un poco más al límite, aunque cabe decir que el final originalmente no era así, sino más... "radical". Creo que hay que aprender a aprovechar lo que uno tiene al máximo, porque por desgracia (o no) el tiempo pasa demasiado rápido, y cuando te quieres dar cuenta hay infinidad de cosas que has dejado atrás y que, por más que quieras, no vas a poder revivir. Y esto es así. Opino que hay que ser feliz dentro de las posibilidades de cada uno, pero sin radicalizar, ojo. Todos somos responsables de nuestras acciones. Y por último, como dice mi tío: "Hay errores que sólo se cometen una vez".
Espero que os haya gustado. ¡Compartid, haceos seguidores y comentad! ¡Muchas gracias y hasta la próxima historia!

No hay comentarios:

Publicar un comentario